¿Qué es un bloqueo?
Un bloqueo es un
procedimiento para inyectar medicación (en general un anestésico local y un
corticoide de depósito) en una articulación o en la cercanía de un nervio. En
otras palabras, se aplica la medicación en los sitios en que se considera que
se está generando y/o transmitiendo el dolor. Por lo tanto, existen muchos
tipos de bloqueos diferentes, que se adaptan al dolor de cada paciente.
¿Quiénes tienen indicado realizarse un bloqueo?
Tanto los pacientes
con dolor agudo como crónico son posibles candidatos a realizarse un bloqueo.
El bloqueo así como el tipo de bloqueo serán indicados por su médico del dolor,
que en muchas oportunidades es quien también realiza el procedimiento. Muchos
de los dolores son generados a nivel de la columna vertebral por lo que gran
cantidad de bloqueos son realizados en alguna región de la columna o en sus
cercanías. Por ejemplo, pacientes con dolor de espalda (lumbalgia, dorsalgia),
dolor cervical, dolor en la articulación sacroilíaca, algunas cefaleas, entre
muchos otros, son posibles candidatos a realizarse un bloqueo para alivio de su
dolor. El bloqueo puede tener fines terapéuticos, diagnósticos o ambos
objetivos a la vez.
El paciente con
dolor no debe resignarse a vivir con su dolencia, sino que debe comprender que
hoy en día existen múltiples herramientas para intentar disminuir su
sufrimiento. Todos los pacientes son diferentes, por lo que la falta de
efectividad en un tratamiento, no debe desalentar al paciente en la búsqueda de
su alivio.
¿Cómo se realiza un bloqueo?
El bloqueo puede
realizarse de tres formas diferentes, con resultados semejantes: bajo
tomografía, bajo radioscopia o con ecografía. La elección de la técnica
dependerá de la preferencia de cada neurocirujano o médico del dolor. En mi
caso particular, dependiendo del tipo de bloqueo a realizar, los realizo con cualquiera de las tres formas descriptas, siempre con
técnica estéril. El paciente se encuentra despierto durante el procedimiento,
en la mayoría de los casos acostado boca abajo. Los bloqueos se realizan
comúnmente con anestesia local y quien realiza el procedimiento se guía con
imágenes (tomografía, radioscopia o ecografía) para llevar la aguja al objetivo
deseado. Se trata de un procedimiento ambulatorio, por lo que al paciente se le
otorga el alta luego del bloqueo.
¿Todos los pacientes mejoran luego del bloqueo?
No todos los
pacientes mejoran luego del bloqueo. Un grupo de pacientes lograrán una mejoría
completa o casi completa, otro grupo obtendrá una gran mejoría, pero aún
requiriendo el uso de algunos analgésicos y otro grupo no se beneficiará con el
procedimiento. Ya que en general se administra un anestésico local y un
corticoide de depósito, puede ocurrir que el paciente tenga un alivio inmediato
del dolor y que luego éste regrese durante las primeras horas o días, para
finalmente recuperar el alivio días o semanas después. Esto se debe a que el
anestésico local produce un efecto inmediato, mientras que el corticoide de
depósito debe actuar como antiinflamatorio, efecto que puede llevar hasta 40
días en llegar a su pico máximo de acción.
Hoy en día, el
tratamiento del dolor es multimodal, es decir, tiene diferentes pilares como:
el tratamiento intervencionista (bloqueos, radiofrecuencia, neuromodulación,
etc.), la terapia farmacológica para dolor agudo y crónico, la
kinesioterapia y el ejercicio aeróbico.
La mejoría obtenida con el bloqueo le permite al paciente poder realizar con
menor dificultad la kinesioterapia y el
ejercicio aeróbico. Sin embrago, debe tenerse en cuenta que hay un subgrupo de
pacientes que requerirán igualmente cirugía de columna.
¿Qué complicaciones tiene un bloqueo?
Hoy en día, las
complicaciones de los bloqueos son extremadamente raras, ya que se trata de un
procedimiento poco invasivo. Asimismo, son escasas las contraindicaciones para
llevar a cabo un bloqueo.
¿Qué es la Radiofrecuencia? ¿Qué usos tiene la Radiofrecuencia
en el tratamiento del dolor?
Existen básicamente
dos tipos de Radiofrecuencia: la continua (RFC) y la pulsada (RFP). La RFC
quema las fibras nerviosas que transmiten el dolor originado en determinadas
articulaciones o nervios, produciendo una mejoría que en general tiene mayor
duración que aquella proporcionada por un bloqueo. La RFC se utiliza en
diferentes tipos de dolor como: lumbalgia, síndrome facetario lumbar o
cervical, cervicalgia, dolor torácico, dolor neuropático, cefaleas, dolores
faciales como la Neuralgia del Trigémino, dolor en la articulación sacroilíaca,
coccigodinia y otros. Por otro lado, la RFP, que no produce lesión de las
fibras nerviosas, sino que ejercería un efecto de neuromodulación, puede ser
utilizada en otras estructuras que no permiten la utilización de RFC, como por
ejemplo las raíces nerviosas lumbosacras, cuya irritación es responsable de
muchos casos de ciatalgia (o dolor ciático).
Damián Bendersky
Neurocirugía – Cirugía de
Columna – Tratamiento del Dolor
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